Juan de la Barrera (1828-1847) fue uno de los llamados niños héroes, jóvenes valientes que murieron en defensa de Ciudad de México durante la batalla de Chapultepec. Sus actos heroicos representan uno de los elementos más importantes del folclore de su país y son conmemorados el 13 de septiembre de cada año. En la biografía de Juan de la Barrera tendrás la oportunidad de revivir la historia de una figura que es sinónimo de coraje y audacia para el pueblo mexicano.
Biografía de Juan de la Barrera resumen
Índice
En honor a su padre
Manuel Juan Pablo José Ramón de la Barrera e Inzáurraga nació el 26 de junio de 1828 en Ciudad de México. Fue el séptimo hijo entre Ignacio María de la Barrera Troncoso y María Josefa Vicenta Inzáurraga Carrillo, quienes se habían casado 10 años antes del nacimiento del pequeño. Su padre tenía ascendencia netamente española, constituida por ancestros que habían llegado a México dos siglos atrás. Entre su familia paterna se encontraban asesores de artillería, secretarios de justicia, gobernadores y abogados.
Ignacio de la Barrera, padre de Juan, trabajó como escribano en instituciones relacionadas con el ejército español. Después de que México alcanzó la independencia, Ignacio escaló puestos dentro de las tropas mexicanas hasta llegar al rango de teniente. Gracias a los contactos de su padre, Juan de la Barrera logró ingresar al Heroico Colegio Militar de México, una institución sumamente respetada. Al poco tiempo de entrar, el joven se mostró interesado en participar en movimientos militares, lo que llamó la atención de sus superiores.
A finales de 1841, sin ni siquiera haber cumplido su primer año en el Colegio Militar, Juan de la Barrera fue removido del grupo de estudiantes y agregado a la brigada de artillería. Sin embargo, el joven solicitó al general de brigada una autorización para continuar estudiando sin dejar de pertenecer a las tropas. Ignacio de la Barrera, quien había muerto en 1840, le había inculcado a Juan una pasión por el aprendizaje que él deseaba honrar.
Juan de la Barrera, deseoso de aprender
Después de algunas solicitudes denegadas y meses de insistencia por parte del joven, el general de brigada finamente le permitió a Juan de la Barrera regresar al Colegio Militar en 1843. Sin embargo, el permiso le fue otorgado con ciertas condiciones; De la Barrera debía mantener excelentes calificaciones durante su estadía en la institución y trabajaría para el ejército mexicano una vez se hubiera graduado.
Juan de la Barrera siguió su acuerdo con el ejército al pie de la letra. Se graduó con honores y recibió el título de ingeniero militar en 1845. Durante los próximos dos años, De la Barrera continuaría formando parte del Colegio Militar y trabajaría como ayudante en la formación de nuevos alumnos. En su regreso a la institución, tuvo la oportunidad de conocer personalmente a Antonio López de Santa Anna, presidente de México y militar.
Tiempos difíciles
Mientras Juan de la Barrera retomaba sus labores en la brigada de infantería, un conflicto entre México y los Estados Unidos escalaba progresivamente. Algunos de los compañeros del joven -que tenían un rango inferior- fueron enviados a la frontera con Texas para controlar la avanzada del ejército estadounidense. Este pelotón fue parte de un enfrentamiento ocurrido en abril de 1846. Gracias a la información facilitada por sus superiores, De la Barrera estaba al tanto de que las tensiones entre los dos países iban en aumento.
La declaración del inicio de la guerra emitida por parte de los Estados Unidos en mayo de 1846 empujó al ejército mexicano a buscar a más y mejores soldados. Por su parte, Juan de la Barrera continuó con su preparación en Ciudad de México durante el próximo año. Gracias a su título de ingeniero, el joven no había sido enviado a estados fronterizos ni había visto acción en el campo de batalla.
Juan de la Barrera bajo las órdenes de Monterde
En 1847, Antonio López de Santa Anna nombró a Juan de la Barrera teniente de ingenieros y lo relevó de sus labores como ayudante en el Colegio Militar. Sin embargo, Mariano Monterde, quien era director de la institución, solicitó inmediatamente al cuartel general integrar a De la Barrera a su regimiento. De esta forma, el joven pasó a recibir órdenes de Monterde sin tener que abandonar el castillo de Chapultepec, donde se ubicaba la academia.
Bajo la tutela de Mariano Monterde, el entrenamiento de Juan de la Barrera se intensificó profundamente. Monterde, quien había sido gobernador, entendía los peligros que corría Ciudad de México ante la amenaza estadounidense. A pesar de su experiencia, los otros generales no habían escuchado sus advertencias respecto a una avanzada sorpresa por parte del ejército norteamericano. En vista de esta situación, el director sometió a su pelotón a un régimen sumamente intenso, con la intención de tenerlos preparados para un enfrentamiento.
Juan de la Barrera obtuvo casi todos sus conocimientos sobre combate armado a través de Mariano Monterde. El jefe de la brigada se dedicaba a entrenar él mismo a los jóvenes, lo que les permitió aprender de su experiencia y destreza. La preparación era sumamente exigente y cubría desde nociones básicas de combate hasta toma de decisiones estratégicas. A pesar de ser un hombre sumamente estricto, la correspondencia de Juan de la Barrera muestra que sentía enorme admiración y respeto por su superior.
Ataque inminente
Mientras corrían los días, Mariano Monterde buscaba alternativas para defender al Colegio Militar de un ataque estadounidense. El director ordenó a Juan de la Barrera, su ingeniero más brillante, organizar la construcción de barricadas localizadas en la entrada del bosque de Chapultepec, justamente en la base del cerro que llevaba al colegio. Al ser la única estructura que separaba al puerto de Ciudad de México, De la Barrera estaba al tanto de que el castillo sería un objetivo a conquistar para los soldados norteamericanos.
La falta de materiales y mano de obra hizo que las protecciones construidas por Juan de la Barrera y los estudiantes a su mando se alejaran considerablemente de las expectativas. Para cuando el gobierno mexicano entendió la necesidad de defender el castillo de Chapultepec, el ejército norteamericano ya había llegado al puerto de Veracruz y avanzaba hacia la capital. Parte de los soldados mexicanos derrotados en las batallas libradas cerca de la capital se refugiaron en el castillo y sus alrededores.
La batalla de Chapultepec
El bombardeo de las defensas construidas por Juan de la Barrera marcó el inicio de la batalla de Chapultepec. El general Nicolás Bravo, héroe de la independencia mexicana, fue asignado como encargado del punto estratégico para proteger al castillo del ataque. La arremetida de las tropas contra la fortificación adicional se extendió durante todo el 12 de septiembre de 1847, mientras que De la Barrera bajó para combatir en la base del cerro con más de 150 soldados a sus órdenes.
Por órdenes de Nicolás Bravo, Juan de la Barrera dirigió a todos sus soldados de vuelta al castillo para refugiarse allí. De regreso a la academia, los generales lograron establecer una ruta de escape que no había sido descubierta por los estadounidenses. Si bien la batalla en el cerro ya había cobrado más de 500 vidas para cada bando, las tropas norteamericanas superaban ampliamente a las mexicanas en número y el panorama no era alentador.
Juan de la Barrera y los niños héroes
La tarde del 13 de septiembre de 1847, mientras el ejército mexicano orquestaba la retirada, Juan de la Barrera y otros cinco jóvenes decidieron permanecer en el castillo de Chapultepec. Acompañado por Juan Escutia, Francisco Márquez, Agustín Melgar, Fernando Montes de Oca y Vicente Suárez, De la Barrera se quedó a combatir y murió a mano de los soldados estadounidenses. De acuerdo a diversos historiadores, el sacrificio de estos jóvenes fue clave para que los demás cadetes lograran escapar sin ser descubiertos.
Junto con los otros cinco soldados que murieron en el castillo de Chapultepec, Juan de la Barrera pasó a formar parte del grupo histórico conocido como los niños héroes. Con el paso del tiempo, se han erguido mitos alrededor de estos jóvenes, los cuales resaltan el deseo del pueblo mexicano de continuar luchando incluso en las situaciones más adversas. El 13 de septiembre de cada año se conmemora el sacrificio de los niños héroes a nivel nacional.
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