Recordado como uno de los líderes militares más controversiales de la historia, Napoleón Bonaparte (1769-1821) fue una figura sumamente influyente durante la Revolución francesa. Como gobernante, tuvo un notable impacto en la política a nivel europeo gracias a sus capacidades como estratega y a las reformas que implementó. En la actualidad, los diversos conflictos bélicos en los que participó son estudiados en academias militares alrededor del mundo. Conoce más sobre este destacado emperador francés en la biografía de Napoleón Bonaparte.
Biografía de Napoleón Bonaparte resumen
Índice
Conflictos e inestabilidad
Napoleone di Buonaparte nació el 15 de agosto de 1769 en la isla de Córcega, Francia. Fue el cuarto de los nueve hijos que tuvieron Carlo Buonaparte y Letizia Ramolino, una pareja de elevado estatus económico. Vino al mundo durante una época de importantes cambios políticos para Córcega, debido a que la ocupación del territorio por parte del ejército francés había despertado el descontento de los locales. Al ser un miembro de la alta sociedad, el padre de Napoleón se vio involucrado en el conflicto.
La participación activa de Carlo Buonaparte en la disputa de Córcega lo llevó a ocupar importantes cargos a favor de los franceses. Gracias a sus nuevas conexiones, pudo ofrecerle a Napoleón Bonaparte y al resto de sus hijos una educación del más alto nivel. El interés de Napoleón por la guerra lo llevó a estudiar en una academia militar en París. En 1785, mientras se encontraba en la capital, recibió la noticia de que Carlo había muerto de cáncer estomacal.
La preparación de Napoleón Bonaparte
La muerte de su padre impulsó a Napoleón Bonaparte a convertirse en el principal soporte de la familia. Su desempeño académico mejoró notablemente y logró graduarse con honores en 1786. Inmediatamente después de recibir su título, aceptó el puesto de segundo teniente de artillería en el ejército francés con la condición de que pudiera ejercer sus labores desde Córcega. Tras regresar a casa, Napoleón se enteró de diversas conspiraciones que atentaban contra el régimen de la época.
En 1789, tras el derrocamiento de la monarquía, dio inicio un periodo de extrema inestabilidad política y social conocido como Revolución francesa. Tres años más tarde, las tensiones entre los franceses y los revolucionarios en Córcega condujeron a la isla a una guerra civil. Napoleón Bonaparte envió a su familia a París para protegerlos del conflicto y continuó forjando alianzas en el campo de batalla.
Gracias a su carisma y valentía, Napoleón Bonaparte había acumulado fieles seguidores dentro de las tropas francesas. El incremento de popularidad del teniente fue visto con recelo por el gobernador Maximilien Robespierre, quien ordenó que Bonaparte fuera alejado de los campos de batalla. Cuando Robespierre fue ejecutado en 1794, Napoleón salió a defender al gobierno revolucionario en medio de un ambiente de caos político. Sus acciones lo llevaron a ser nombrado comandante del ejército de interiores y consejero de guerra de los nuevos mandatarios.
El ejército de Italia
En 1796, Napoleón Bonaparte fue designado líder de un pelotón de las tropas francesas estacionado en la frontera con Italia. Se trataba de un grupo de aproximadamente 30.000 soldados que se encontraban en deplorables condiciones debido a las dificultades económicas que la revolución implicaba. A través de su notable capacidad de liderazgo, Napoleón lograría devolverle la motivación a este escuadrón, el cual pasaría a ser conocido posteriormente como el ejército de Italia.
Con Napoleón Bonaparte a la cabeza, el ejército de Italia fue el encargado de detener importantes revoluciones que buscaban desestabilizar al gobierno. Como resultado de estos éxitos, el prestigio del comandante se elevó significativamente. Para acompañar este nuevo estatus, decidió casarse con Josefina de Beauharnais, una viuda perteneciente a una familia de nobles de Martinica. Frustrado porque Josefina no podía tener hijos, Napoleón solicitó la anulación del matrimonio y se casó con María Luisa de Austria en 1810.
En 1798, Napoleón Bonaparte y su ejército viajaron hasta Egipto con la intención de detener la avanzada del ejército británico en estas tierras. Los conflictos desencadenaron en la batalla del Nilo, en donde le fue propiciada a Napoleón su primera derrota a nivel militar. Sin tiempo para lamentarse, regresó a Francia para prepararse contra la inminente arremetida de una coalición formada por los ejércitos de distintos países aliados de Gran Bretaña.
Napoleón Bonaparte hacia la cima
Consciente de que el gobierno francés se tambaleaba ante una acelerada pérdida de prestigio a nivel nacional e internacional, Napoleón Bonaparte se unió a una conspiración para tomar control del país. Tras el golpe de estado de 1799, se instauró un nuevo gobierno presidido por Napoleón, quien recibió el título de primer cónsul. Posteriormente, la victoria de Francia en la batalla de Marengo de 1800 consolidó a Bonaparte en esta posición.
Mediante la venta de territorios y la máxima capitalización de los recursos franceses, Napoleón Bonaparte financió el crecimiento del ejército francés con el objetivo de controlar Europa. A nivel político, las reformas sociales y económicas impulsadas por Napoleón lo llevaron a ser proclamado emperador en 1804. El código civil de Francia —también conocido como código napoleónico— instaurado durante estos años otorgó estabilidad a la sociedad, fue replicado en distintos países y estableció cánones que siguen siendo aplicados en la actualidad.
Grandes victorias
A través de los próximos años, Napoleón Bonaparte y el imperio francés continuaron acumulando victorias. Mediante la guerra, Bonaparte extendió el dominio de Francia a través de Holanda, Italia, Suecia, España y parte de Alemania. En cada uno de estos nuevos territorios instauró gobiernos fieles a su causa, los cuales respondían a las órdenes del emperador. Sin embargo, Rusia y Gran Bretaña, los objetivos más esquivos de la lista, continuaron siendo los más preciados para Napoleón.
En busca de tomar control de un valioso territorio, Napoleón Bonaparte dirigió a su ejército hacia Rusia en 1812. Aunque las tropas napoleónicas lograron ocupar Moscú sin demasiados problemas, en realidad habían caído en la trampa de los rusos, quienes quemaron la ciudad con los franceses dentro. Con un escuadrón mermado en números, Napoleón fue obligado a abandonar el país. Poco después, se enteró de que las noticias de su derrota habían encendido una rebelión en los territorios bajo el dominio del imperio francés.
El regreso de Napoleón Bonaparte
Al sentir que Napoleón Bonaparte y su imperio tambaleaban, los rebeldes empezaron a causar estragos dentro y fuera de Francia. Gran parte de estos movimientos fueron impulsados por el gobierno británico, el cual aprovechó la oportunidad para atacar. Aunque los soldados se mantenían fieles al emperador, la cantidad de hombres perdidos en la invasión a Rusia había debilitado significativamente a su ejército. Sin más opción, Bonaparte se rindió el 30 de marzo de 1814 y fue exiliado a la isla italiana de Elba.
Napoleón Bonaparte observó con preocupación el deterioro de la economía francesa durante el mandato de su sucesor, el rey Luis XVIII. En 1815, decidió regresar a Francia junto a más de 700 hombres que se habían reunido con él en Elba. Después de llegar, incluso los soldados enviados por el rey para capturarlo se unieron a su causa y Luis XVIII no tuvo más opción que escapar de París. Nuevamente, los gobiernos de Europa iniciaron una avanzada en contra de Napoleón.
La batalla de Waterloo
Con la intención de detener la arremetida de las tropas prusianas, Napoleón Bonaparte dirigió su ejército hacia Bélgica. Tras interceptar al enemigo, los hombres de Bonaparte salieron vencedores el 16 de junio de 1815. Sin embargo, apenas dos días más tarde, sufrieron una emboscada por un ejército que combinaba soldados prusianos, holandeses y británicos. El enfrentamiento definitivo fue conocido como la batalla de Waterloo y marcó la derrota más grande en la carrera militar de Napoleón.
Tras la humillante derrota recibida en territorio belga, Napoleón Bonaparte regresó a Francia para enterarse de que su autoridad se tambaleaba nuevamente. Renunció a su cargo el 22 de junio de 1815 y Luis XVIII volvió al poder seis días más tarde. Este suceso puso fin al segundo mandato de Napoleón, un período conocido históricamente como los cien días. Para evitar que el máximo líder francés regresara jamás, las autoridades inglesas lo exiliaron en la remota isla de Santa Helena, ubicada en el océano Atlántico.
A pesar de que tenía acceso restringido a libros y periódicos franceses, las libertades de Napoleón Bonaparte no se vieron severamente restringidas durante su exilio. Sin embargo, el deterioro de su salud y su aburrida rutina llevaron al francés a encerrarse en casa durante meses. Finalmente, murió el 5 de mayo de 1821 a causa de un cáncer estomacal. En la posteridad, se ha especulado que las autoridades británicas se negaron a suministrarle el tratamiento correcto y que incluso podrían haberle envenenado.
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