El flamenco Pedro Pablo Rubens (1577-1640) es uno de los pintores barrocos con mayor alcance a nivel mundial. Sus pinturas, explosivas y repletas de un lenguaje centrado en temáticas religiosas y mitológicas, cuelgan en los museos más importantes del mundo y se subastan por millones de dólares. Si existe una vida que vale la pena conocer, es la de este histórico artista. Por ello, te invitamos a que te pongas cómodo y leas la biografía de Pedro Pablo Rubens, ¡seguro te gustará!
Biografía de Pedro Pablo Rubens resumen
Índice
Hacia el llamado del arte
Pedro Pablo Rubens nació en la hermosa ciudad de Siegen, Alemania, el 28 de junio de 1577. Si bien se cree que el pintor era oriundo de la ciudad de Amberes —ubicada en Bélgica—, en realidad nació en suelo alemán. Sin embargo, lo que sí es cierto es que, debido al trabajo de su padre, se mudó desde muy pequeño a la localidad belga, la cual formaba parte de las provincias flamencas del denominado Estado borgoñón en Europa.
Después de la muerte de su padre, la situación económica de la familia Rubens decayó notablemente. Debido a esto el flamenco tuvo que dejar sus estudios y concentrarse en conseguir un trabajo que ayudara con los gastos de su casa. Gracias a la oportunidad que le brindó la condesa belga Margaretha de Ligne-Arenberg, Rubens empezó a trabajar para ella como parte de su servicio.
Sin embargo, este trabajo no era lo que Rubens anhelaba para su vida. Esto se debía a que desde muy joven el artista presentó un innegable perfil intelectual. Para su adolescencia ya hablaba varios idiomas, como el francés, portugués e italiano. Asimismo, poseía conocimientos culturales enormes. Por ello, Pedro Pablo Rubens decidió dejar su trabajo como asistente para así empezar, hacia 1592, su espléndido camino en la pintura.
Italia, donde todo comenzó
Uno de los profesores de pintura de Rubens, Otto Vaenius, le propuso a éste que para crecer certeramente como artista debía viajar a Italia. De este modo, Pedro Pablo Rubens zarpó a suelo italiano y estando allá su cuerpo se estremeció con toda la belleza escultural y pictórica que residía en ciudades como Roma y Viena.
A pesar de tratarse, para aquel entonces, de un artista en proceso de aprendizaje, las oportunidades laborales llegaron a manos de Rubens como una brisa de verano. Uno de sus primeros pedidos vino de parte del archiduque Alberto de Austria, quien le solicitó la creación de algunos cuadros, como el Santa Elena con la Vera Cruz y La Elevación de la Cruz. Con estas obras, Pedro Pablo Rubens dejó muy clara sus influencias barrocas, renacentistas y flamencas.
Pedro Pablo Rubens, el gran discípulo barroco
El paso de Rubens por Italia fue, tal cual lo había augurado su profesor de pintura, esclarecedor para la carrera del artista. Tras pasar un tiempo prudente en territorio italiano, Pedro Pablo Rubens se trasladó a España en el año 1603. En dicho país le esperaba un enorme pedido de pinturas de orden aristocrático. En este periodo el artista produjo obras como La adoración de los reyes magos y Retrato ecuestre del duque de Lerma.
Ya para principios del siglo XVII Rubens se consagraba como uno de los artistas más emblemáticos de Europa. Sus obras poseían tres detalles clave: dramatismo, saturación de colores y mucho contexto histórico. El artista poseía un gran interés en los temas religiosos y mitológicos, los cuales se pueden observar en cuadros como El rapto de las hijas de Leucipo, Las tres Gracias y Saturno.
La magnificencia de su obra
Poner en palabras la exuberancia de la obra pictórica de Pedro Pablo Rubens, fallecido el 30 de mayo de 1640, es, en ocasiones, tarea difícil. Esto se debe a que el artista poseía un pincel incansable y enérgico. Sus obras, que yacen en los principales museos del mundo, lograron representar maravillosamente todo el esplendor barroco, la delicadeza renacentista y el poder histórico flamenco.
De la misma manera, Rubens fue un artista de consagrado alcance aristocrático. Uno de sus trabajos más reconocidos en esta área fue cuando tuvo la enorme oportunidad de pintar para la dinastía Médici en Italia, creando para ellos majestuosas pinturas como El desembarco de María de Médicis en el puerto de Marsella, el cual se expone de manera permanente en el Museo del Louvre de París.
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