Biografía de Miguel Ángel

Recordado como un genio artístico de talla mundial, Miguel Ángel (1475-1564) estuvo detrás de algunas de las obras más impresionantes del renacimiento. Su excelso trabajo como arquitecto, escultor, pintor y poeta lo llevó a tener una influencia sin precedentes en el desarrollo del arte occidental, mientras que la inimitable pasión con la que desarrollaba sus obras marcó tendencia durante años. Descubre todo sobre uno de los más grandes artistas en la historia de la humanidad en la biografía de Miguel Ángel.

Biografía de Miguel Ángel resumen

Encuentro con la escultura

Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni nació el 6 de marzo de 1475 en la región de Toscana, Italia. Fue el segundo de los cinco hijos que tuvieron Leonardo di Buonarroti Simoni y Francesca di Neri, una pareja de italianos oriundos de Florencia. Al momento de su nacimiento, la familia se encontraba en el pueblo de Caprese, en donde su padre trabajaba como magistrado. Sin embargo, apenas unos meses después, Leonardo y Francesca decidieron regresar a su ciudad natal.

Si la gente supiera todo lo que trabajé para desarrollar mis habilidades, seguro que no les parecería tan impresionante.Miguel Ángel.

Después de regresar a Florencia, la madre de Miguel Ángel cayó enferma. Debido a que su padre se encontraba viajando constantemente por razones de trabajo, el pequeño fue puesto bajo los cuidados de una pareja de canteros amigos de Leonardo. Mientras crecía, el joven empezó a desarrollar un gusto por la escultura, una admiración por la labor que realizaban los artesanos. Esta sería la primera fase de un profundo amor al arte que lo hizo perder rápidamente el interés por la escuela.

Artista excepcional

Mediante la escuela a la que asistía —una de las más prestigiosas de Italia—, Miguel Ángel tuvo la oportunidad de conocer a Domenico Ghirlandaio, quien lo aceptó en su taller como aprendiz. Ghirlandaio también recomendó al joven para asistir a clases de escultura clásica, las cuales eran impartidas en los jardines del palacio de la familia Médici, una de las más influyentes del país. Durante los próximos años, Miguel Ángel se incorporó a la alta sociedad y desarrolló sus capacidades artísticas.

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Debido a las influencias de la familia Médici, Miguel Ángel obtuvo el permiso de la iglesia católica para examinar cadáveres. Aunque esta práctica repercutió negativamente en su salud, se cree que resultó fundamental para que el artista pudiera desarrollar el profundo entendimiento de la anatomía humana que presentaban sus pinturas y esculturas.

Para 1491 Miguel Ángel ya hacía gala de un estilo increíblemente detallado que combinaba excelsa precisión en las articulaciones y músculos con una belleza majestuosa. El talento del joven se vio reflejado en La batalla de los centauros y en Virgen de la escalera, dos esculturas que llamaron la atención de los críticos de la época. Tres años más tarde, cuando la familia Médici fue expulsada de Florencia, Miguel Ángel decidió huir del tenso ambiente que invadía a la ciudad.

Los enemigos de Miguel Ángel

Tras partir de Florencia, Miguel Ángel vivió en Venecia, Bolonia y Roma durante los próximos años. Trabajó en diversas comisiones para figuras importantes de la época y continuó mejorando como artista. Regresó a casa en 1499 y recibió la tarea de terminar una estatua que había comenzado a ser esculpida años atrás por Agostino di Duccio. El resultado fue David, una escultura que lo consagró como un artista del más alto nivel y que es considerada una de sus mejores obras.

Miguel Ángel fue invitado a Roma en 1505 por el papa Julio II, quien le encargó diseñar su tumba. La comisión despertó los celos de Donato Bramante, uno de los más grandes artistas de la ciudad. Bramante le aconsejó al papa encargarle a Miguel Ángel una pintura, con la esperanza de que el artista joven fallara estrepitosamente por tratarse de una disciplina con la que no estaba familiarizado. Julio II siguió el consejo y le encargó al joven pintar el techo de la Capilla Sixtina.

Para sorpresa de sus detractores, la pintura en el techo de la Capilla Sixtina resultó ser una de las obras más impresionantes realizadas hasta la fecha. Durante la elaboración, Miguel Ángel despidió a todos sus asistentes por considerarlos inútiles y trabajó en solitario por más de cuatro años. Tras culminar el proyecto en 1512, recibió un encargo que consistía en diseñar la fachada de la basílica de San Lorenzo, la cual nunca culminó a causa de limitaciones económicas.

Brillante arquitecto

Miguel Ángel recibió una nueva comisión por parte de los Medici en 1520. Tras una breve negociación, fue puesto a cargo del diseño de una capilla dedicada a la familia. La construcción lo mantendría ocupado durante gran parte de la década y se vería interrumpida por diferencias políticas en 1527. El artista retomó sus labores en 1534 y, poco después, empezó una nueva pintura en la pared del altar de la Capilla Sixtina en Roma.

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Fue en Roma donde Miguel Ángel conoció a Vittoria Colonna, la marquesa de Pescara. Gran parte de los poemas que el artista escribió estaban dirigidos a Vittoria, y los dos mantuvieron una cercana amistad hasta la muerte de la marquesa en 1547.  

En 1541, Miguel Ángel presentó al papa Pablo III El Juicio Final, una representación de la segunda venida de Cristo. Entre otros elementos, la pintura deja ver a muertos saliendo de las tumbas y a una nueva imagen de Jesús. Aunque la desnudez de algunas figuras causó polémica, el fresco fue inmediatamente reconocido como una obra de arte del más alto nivel. Un poco más tarde, en 1546, Miguel Ángel fue designado como el arquitecto encargado de la construcción de la basílica de San Pedro.

Debido a su avanzada edad, Miguel Ángel abandonó la pintura y pasó el resto de su vida diseñando y supervisando la construcción de la basílica de San Pedro. Al tratarse de un proyecto arquitectónico sumamente complejo, el artista se aseguró de que la estructura pudiera ser completada incluso después de su muerte. Tras una breve enfermedad, murió el 18 de febrero de 1564. Su cuerpo fue trasladado hasta Florencia y enterrado en la basílica de la Santa Cruz, tal como había solicitado en vida.

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